El concepto de cultura preventiva surgió a finales de los años 80, impulsado por la necesidad de evitar catástrofes industriales como la ocurrida en la central nuclear de Chernóbil en 1986. Tras este accidente, organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA) acuñaron por primera vez el término “cultura de seguridad” para referirse al conjunto de actitudes, valores y prácticas orientadas a priorizar la seguridad en las organizaciones, especialmente en sectores de alto riesgo.
Esta primera definición subrayaba la importancia de que la seguridad fuera la máxima prioridad en la gestión y el comportamiento de todas las personas participantes de una organización. Con el tiempo, el concepto se amplió para abarcar no solo la seguridad nuclear, sino todos los riesgos laborales, adoptando el nombre de “cultura preventiva” y extendiéndose a todos los sectores productivos.
En España, la Ley 31/1995 de Prevención de Riesgos Laborales supuso un cambio fundamental al establecer un marco legal sólido y coherente que reconoce el derecho de todas las personas trabajadoras a la protección de su salud e integridad en el ámbito laboral. Esta ley define un cuerpo básico de garantías y responsabilidades para asegurar un nivel adecuado de protección frente a los riesgos derivados de las condiciones de trabajo. Además de obligar a las empresas a integrar la prevención en todos los niveles y actividades de la organización, no como una gestión separada, sino como una parte inseparable de la gestión general empresarial.
En 2025, la cultura preventiva experimenta una transformación significativa, impulsada por la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo (EESST) 2023-2027 y su Plan de Acción 2025-2027. Este plan, desarrollado por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST), incluye 197 medidas concretas que buscan reforzar la protección de todas las personas trabajadoras y adaptar la gestión preventiva a los desafíos actuales y futuros del mundo laboral.
Actualmente, las principales tendencias y enfoques se dirigen a:
El País Vasco mantiene una línea de acción propia, alineada con la estrategia nacional pero con particularidades adaptadas a su realidad socioeconómica.
En Teknodidaktika somos conscientes de que como Servicio de Prevención Ajeno (SPA) debemos desempeñar un papel clave en la promoción y consolidación de la cultura preventiva en las empresas. Así como ser los y las aliadas estratégicas para que las empresas avancen en la “escalera de la cultura preventiva”, al pasar de una prevención reactiva a una proactiva.
El Instituto Vasco de Seguridad y Salud Laborales (Osalan) lidera la Estrategia Vasca de Seguridad y Salud en el Trabajo 2021-2026 y su Plan de Gestión 2025. Los ejes fundamentales de este plan se centran en:
Entre las diferentes iniciativas podemos destacar la Estrategia EuskadiPreben2025, centrada en la cadena de valor alimentaria y de la madera, esta estrategia busca una “visión cero” de accidentes mortales y la reducción significativa de la siniestralidad mediante medidas preventivas reales y promoción de la gobernanza de riesgos.
En Teknodidaktika somos conscientes de que como Servicio de Prevención Ajeno (SPA) debemos desempeñar un papel clave en la promoción y consolidación de la cultura preventiva en las empresas. Así como ser los y las aliadas estratégicas para que las empresas avancen en la “escalera de la cultura preventiva”, al pasar de una prevención reactiva a una proactiva. y, finalmente, a una prevención integrada en todos los procesos y decisiones empresariales. Nuestra labor va mucho más allá del mero cumplimiento normativo y se orienta hacia la transformación de actitudes, comportamientos y valores en torno a la seguridad y salud laboral.
Desde Teknodidaktika consideramos indispensable realizar los diagnósticos de las empresas de manera personalizada; analizar el nivel de cultura preventiva de cada organización, identificar sus puntos fuertes y áreas de mejora, para proponer acciones innovadoras y adaptadas a su realidad. Así mismo, mantenemos un asesoramiento proactivo y acompañamos a la empresa en la implantación de medidas preventivas, no solo desde el cumplimiento legal, sino en la integración de la prevención en la estrategia de medidas y gestión diaria de la organización.
Desde la misma perspectiva de integración, junto con las empresas desarrollamos campañas y acciones de comunicación interna que mantengan la prevención en el centro de la actividad diaria. Acción donde se refuerzan mensajes positivos y la percepción de la seguridad como valor compartido. De esta manera, impulsamos la implicación de todas las personas trabajadoras, y promovemos canales de comunicación bidireccional y la consulta activa sobre medidas preventivas.
Por último, no menos importante, la relevancia de la formación experiencial. Desde el departamento de formación se desarrollan programas formativos prácticos y participativos que vayan más allá de la teoría, que generan cambios reales en hábitos y percepciones de las personas trabajadoras.
Por todo ello, todas y todos tenemos que ser conscientes de la importancia de la cultura preventiva, ya que transforma la forma de pensar y actuar dentro de la empresa. El resultado es una reducción real de accidentes, enfermedades y costos asociados, así como una mejora del bienestar, la motivación y la productividad del personal. Además, invertir en cultura preventiva no solo protege la salud y la seguridad, sino que también impulsa la competitividad, la sostenibilidad y la reputación empresarial.
La prevención se convierte en una inversión estratégica y rentable para cualquier organización.