"Saber que las familias de refugiados que hemos atendido venían con una sola mochila que representa toda una vida, me ha minado", Juan Luis Blanco Taboada

Hace semanas que las amenazas de los últimos meses se transformaron en ruido de bombas y fuego pesado. Rusia atacaba Ucrania en nombre de su seguridad, y el drama de toda guerra se dibujaba en los miles de civiles obligados a abandonar sus casas y convertirse en refugiados.

La solidaridad con el pueblo ucraniano se ha sentido en todo el planeta. Ayuda que ha llegado de formas muy diversas tanto de instituciones públicas, pero principalmente de organizaciones sociales y personas que se han organizado con el único de objetivo de atender a los ciudadanos de un país que sufre las peores consecuencias del conflicto.

En esta labor de atención, la DYA Bizkaia, DYA Cantabria, DYA Extremadura y DYA León fletaron un convoy de material compuesto por cinco vehículos y once profesionales voluntarios que partían de Bilbao el 8 de marzo con dirección al campo de refugiados en Dolhobyczzów (Polonia), a solo cuatro kilómetros de la frontera con Ucrania.

En la caravana, que retornaba con un grupo de 14 refugiados el 13 de marzo a Bilbao, viajaba nuestro instructor, formador y compañero en materias de seguridad privada y emergencias, Juan Luis Blanco Taboada.

Viaje de urgencia

Convoy Ucrania Jose Luis Blanco Taboada

El viaje se organizó con urgencia. “Hablar con la familia no fue fácil. En principio me iba a Ucrania tres días, pero no sabíamos lo que tardaríamos. Finalmente se tradujeron en cinco días largos, casi seis”.

Mi compromiso con la DYA y la posibilidad que me ofreció Teknodidaktika de dinamizar mi jornada laboral me impulsaron a participar. Soy miembro de la DYA desde hace muchos años, por lo que tengo la formación necesaria para ayudar en estas ocasiones”.

Esta seguridad que mostraba Juan Luis antes del viaje, cimentada en sus años de profesional, se derrumbó poco a poco al darse de bruces con la cruda realidad. “Pensé que iba psicológicamente preparado para lo que me encontraría, llevo muchos años en la emergencia. Por mi anterior vida profesional en seguridad. La situación me ha dejado marcado de por vida. Saber que las familias que hemos atendido venían con una sola mochila que representa toda una vida, a mí, por lo menos, me ha minado.

Ayuda humanitaria y repatriación

El objetivo del viaje era claro: repartir ayuda humanitaria en el campo de refugiados de Dolhobyczzów en Polonia. Material transportado en cinco vehículos no operativos de la organización para paliar la situación en Ucrania. Una vez en allí, el convoy debía recoger a un grupo de refugiados para trasladarlos a Bilbao.

Entre la ayuda humanitaria se encontraba material sanitario, ropa de bebés, y útiles de aseos de niños: pañales, toallitas, etc.

Convoy Ucrania Juan Luis Blanco Taboada

El viaje tanto de ida como de vuelta se realizó en formato non stop con paradas cortas y cambio de conductor cada tres horas. Los nervios y la incertidumbre acompañaban a los voluntarios. “Una vez por Alemania, en la frontera con Polonia, empieza a minarnos un poco las imágenes. Empezamos a adelantar a algún convoy militar, camiones militares, ningún significativo de guerra, pero cada vez que los vemos, nos quedamos pensativos. Adelantamos un camión con un blindado de la ONU, los silencios son ya más largo”, detallaba Juan Luis.

Campo de refugiados

Tras diferentes retrasos y cruce de información, el convoy de la DYA llegaba a su destino el 9 de marzo de noche. “Del campo, no hay una definición mejor: cuatro carpas para proteger el material que no se podía mojar o dañar. Lo demás campo. Una explanada donde debería de estar la gente. Tuvimos la fortuna de que apenas había nadie cuando llegamos, aunque nos aseguraron que horas antes estaban 20.000 personas que habían sido trasladadas a Varsovia a lo largo del día”, detalla Juan Luis.

Convoy Ucrania Juan Luis Blanco Taboada

En el campo se organizó la entrega del material que tramita Cáritas. Después de que Leire, su contacto en Polonia, les gestionara un hotel para el tan necesario descanso, la guerra hizo acto de presencia: “A la mañana siguiente, la joven nos comenta entre lágrimas que los jóvenes ucranianos, que venían a recoger el material, habían sido bombardeados”.

Con la preocupación evidente, los voluntarios debían continuar con el segundo objetivo de su misión, la recogida y transporte seguro de un grupo de 14 refugiados. Un trabajo coordinado por la DYA y la organización SOS Ucrania. Debido a motivos de seguridad, la recogida se realizó fraccionada en ocho puntos diferentes de Varsovia, Polonia.

Varsovia, ciudad colapsada

“Marchamos para la capital, y nos dicen que no nos pueden acercar a nuestras acompañantes de viaje a un punto porque está habiendo fugas de personal, gente que está yendo a recoger chicas para prostituirlas. Nos obligan a identificarnos y presentar todo tipo de documentación del convoy para poder recoger personas y evitar cualquier tipo de tráfico. Evitar dañar más si cabe a las refugiadas”, remarca Juan Luis.

Varsovia era una ciudad continuamente colapsada. “La situación nos retrasa todavía más si cabe la vuelta a casa. Ocho horas nos llevó recoger a los ciudadanos. Un grupo de once mujeres menores de 30 años, una adolescente, dos chicos de 15-16 años y un niño de cinco años.

Una vida en una mochila

En el encuentro inicial con los refugiados, la desconfianza era total. “No nos permitían, ni tan siquiera, que las maletas fueran en otro vehículo que no fuera en el suyo. La necesidad era total. Viajaban con una mochila nada más, así de duro eran sus vidas. Todos sus recuerdos entraban en una mochila”.

En cuanto al viaje de los refugiados, Juan Luis describe en una frase la realidad del desplazamiento: “El primer momento donde sonríen las familias y los adolescentes fue cuando se les informó de que habíamos cruzado la frontera de Irún.”

“En mi caso, el viaje de vuelta, es lo más duro que me ha pasado en mi vida. Cada vez que parábamos en este non-stop de tres horas, atendíamos al niño, unos menores con medicación, que no sabían cómo dársela, otros que tenían hipotermias y otros con infecciones”.

Convoy Ucrania Juan Luis Blanco Taboada

En el lado contrario se encontraban las muestras de cariño y solidaridad. “Las muestras de cariño y gestos de personas anónimas desperdigadas por Europa nos emocionaron. Vivíamos un tiovivo de emociones continuo: en un momento te estás alegrando porque estás viendo al niño sonreír, pero, en el lado contrario, sabes de dónde viene.”

La llegada a Bilbao inundó al grupo con las sensaciones que desprenden una misión cumplida. “Cuando llegamos a Bilbao, a los refugiados les esperaban las familias de acogida. La central de la DYA lo había gestionado todo”. En el futuro la relación continúa entre los voluntarios del convoy las personas que asistieron. “Desde SOS Ucrania y la DYA nos informan sobre la situación de los refugiados”.

Ayuda a Ucrania

Juan Luis hace un llamamiento a la ciudadanía para que colabore con las organizaciones en su ayuda y asistencia a Ucrania. “No es una sugerencia es un ruego”. Un socorro organizado y bien planificado: “La coordinación es fundamental. Que se cumplan unos estándares mínimos: selección de materiales, documentación de las personas que van a ayudar, de las familias que van a acoger. Hay mucha organización detrás de la ayuda humanitaria”.


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