La formación en riesgos laborales debe abordar aspectos psicológicos que puedan afectar a la productividad y rendimiento de los trabajadores, y una de las amenazas que ponen en riesgo esta productividad es la depresión post-vacacional, un problema más frecuente de lo que nos podamos imaginar.
La aparición de síntomas como ansiedad o estrés en la reincorporación al trabajo puede afectar notablemente al trabajador. También es muy común que se presenten estados de tristeza e incluso de inseguridad en relación a ser capaz de realizar sus tareas adecuadamente, incluso cuando con anterioridad ésto no hubiese supuesto ningún problema.
Afortunadamente, este estado de ánimo no suele ser demasiado duradero, ya que en realidad se trata de un trastorno adaptativo. El cambio de costumbres afecta más a unas personas que a otras, pero lo normal es que en un plazo de dos semanas como máximo, el trabajador haya sido capaz de adaptarse satisfactoriamente a su nueva situación.
Sin embargo el término Depresión post-vacacional no debe confundirse con una modalidad de depresión, ya que ésta es una enfermedad que abarca mucho más que al ámbito laboral y que afecta a todos los órdenes de la vida, produciendo una profunda infelicidad que por lo general requiere de tratamiento psicológico y medicación.
En el caso de la depresión post-vacacional, pueden establecerse unas pautas para hacer más llevadera la transición, de manera que el impacto de este estado de ánimo sobre la productividad sea el menor posible.
De ahí que en la formación en riesgos laborales deban estudiarse estrategias que ayuden al trabajador a reincorporarse a su puesto con la mayor eficiencia en el periodo de tiempo más corto posible.