La suspensión del Mobile World Congress de barcelona ha ilustrado mejor que ningún otro acontecimiento la importancia de la prevención de riesgos en cualquier entorno profesional.
En este caso, y pese a no existir una alerta sanitaria que justificase la toma de medidas extraordinarias, las empresas principales que sostienen el evento han preferido abstenerse de estar presentes, lo que ha terminado por provocar un efecto dominó que ha ocasionado la suspensión del evento.
Y es que la percepción es importante. Las empresas tienen bajo su responsabilidad la tarea de eliminar todos los riesgos que puedan acarrear un peligro de cualquier tipo para sus empleados. Y la asistencia a una feria supone no tener el control sobre esos riesgos, delegar esa responsabilidad en manos de otros.
La posibilidad de ser demandados por sus propios empleados en el caso de haber adquirido el coronavirus en el marco de la feria MWC no ha pasado desapercibida para estas empresas, que hubiesen tenido que hacer frente a indemnizaciones muy cuantiosas.
Es evidente que cada una de esas empresas ha puesto en la balanza los pros y los contras de acudir, y que finalmente han preferido renunciar a la feria por una razón de peso: los riesgos que se asumían eran desconocidos.
No hay a día de hoy una posibilidad de establecer cómo de peligroso sería llevar a cabo un evento global con ciudadanos que pueden haber estado en contacto con el virus porque sencillamente todavía se desconocen demasiadas cosas sobre su origen y propagación.
Todo esto nos lleva aun punto fundamental en lo que se refiere a la importancia de la prevención de riesgos. Para que un riesgo se entienda como asumible, debe estar claramente delimitado.
Cualquier riesgo del que no se conozca su verdadera dimensión es un riesgo excesivo, y por tanto, debe evitarse.
